Muchos clientes acudieron a nosotros después de que las cosas fueran mal, como una falta de comunicación, productos que no coincidían con las muestras o gastos de envío tan elevados que casi arruinan el trato. Hoy compartimos tres casos de clientes de julio para mostrarte cómo resolvimos estos problemas.
Ahorro de $1.000 en embalaje y envío
Nuestro cliente David, de California, hizo hace poco un pedido de vajilla de cerámica, la clásica mercancía frágil. Como muchos compradores, pensó que las cajas de madera eran la opción más segura. Pero esta vez, cuando vio el presupuesto, las cifras le parecieron demasiado elevadas: sólo el embalaje le costaría $500, y el envío $3.600. Nos preguntó si podíamos ayudarle a reducir el coste. Nos preguntó si podíamos ayudarle a reducir el coste.

Nuestro agente de aprovisionamiento Joe lo investigó y enseguida detectó el problema. Eran las cajas. Los gastos de envío se calculan en función de lo que sea más alto: peso real o peso volumétrico. Y las cajas de madera pesan más. Tras explorar algunas alternativas, encontramos una solución más inteligente: las cajas de cartón alveolado de alta resistencia. Son cajas reforzadas de papel con paredes de nido de abeja en capas. Son lo bastante resistentes para cerámica, electrodomésticos e incluso maquinaria. Pero pesan sólo 20% de lo que pesa una caja de madera.
Al cambiar a cajas de cartón alveoladas, redujimos el coste de embalaje de $500 a menos de $100. Los gastos de envío bajaron de $3.600 a $600. En total, David ahorró más de $1.000, sólo por cambiar la caja.

Prueba de quemado a 2.000°C
Nuestro cliente Daniel se interesó por una sudadera supuestamente ignífuga. Tenía muy buena pinta y el tejido era suave, transpirable y ligero. Pero Daniel quería saber si era realmente ignífuga. Para averiguarlo, Karen, nuestra agente de compras, pidió una muestra a un proveedor. Decidimos probarla con una llama abierta.

Primero, golpeó un trozo de tela de nailon normal con un soplete a modo de comparación. En cuestión de segundos, se derritió y ardió por completo. A continuación, Karen probó la tela "ignífuga". Ni se derritió ni se encendió. Para ir más lejos, la sometió a un soplete a 2.000 °C durante un minuto, y la tela permaneció estructuralmente intacta.

La tecnología que hay detrás es similar a la que se utiliza en la ropa de trabajo profesional para soldadores, electricistas y bomberos. El tejido utiliza una mezcla ignífuga de alto porcentaje que se carboniza cuando se expone a altas temperaturas, formando una barrera protectora que impide que se siga quemando. Pero ahora, marcas como Carhartt están haciendo posible su uso en la vida cotidiana.
La verdad tras la estafa de la "seda" barata
La semana pasada, un cliente británico acudió a nosotros tras haber sido estafado en Alibaba. Había pedido 500 juegos de fundas de almohada de "seda auténtica", pero cuando llegaron eran de poliéster. Hicimos una búsqueda rápida en Alibaba de "funda de almohada de seda", y el precio oscilaba entre unos pocos dólares y docenas. Todas decían ser de seda auténtica.

Entonces, ¿qué ocurre realmente con estas diferencias de precios y por qué nuestro cliente británico fue estafado? En China, los productos de seda auténtica, como pijamas, ropa de cama y bufandas, proceden sobre todo de dos regiones: Hangzhou y Suzhou. Producir seda auténtica requiere tiempo, habilidad y paciencia. Desde la seda cruda hasta el producto acabado, el proceso puede durar hasta 40 días, y no es barato. Por eso muchos vendedores escatiman utilizando poliéster o nailon, sin dejar de etiquetarlo como "seda auténtica".
En el mercado chino de la seda, los materiales se clasifican en A, B y C. Para la mayoría de fundas de almohada, ropa de dormir o gorros, una seda de morera de grado B de 16 mm es el mejor equilibrio entre calidad y coste, que cuesta $10 por metro cuadrado. Si se busca calidad superior, la seda de grado A sube. Pero incluso eso no suele superar $40 por m². Para las fundas de almohada, con un metro cuadrado de seda de calidad B se pueden hacer dos piezas. Eso supone $5 por pieza en coste de tejido, más menos de 50 céntimos en mano de obra.
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